España Real

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En el 35º aniversario de un viaje para la historia

Encuentro de los Reyes con la Viuda de Azaña, Dolores Rivas Cherif
Encuentro de los Reyes con la Viuda de Azaña, Dolores Rivas Cherif

En los más de cinco siglos de presencia española en América, y a pesar de la vinculación de gran parte del continente americano e islas adyacentes a España hasta el siglo XIX, ningún monarca español visitó aquellos lejanos territorios hasta 1976.

Entre los distintos viajes que realizaron los Reyes al comienzo de su reinado, uno tuvo especial relevancia, el acontecido en noviembre de 1978, del cual se cumplen ahora treinta y cinco años, nos referimos a la visita de los Reyes a México, Perú y Argentina, por cierto cabeceras de los antiguos Virreinatos de Nueva España, Nueva Castilla y Río de la Plata, epicentros de la organización territorial hispana en la época colonial.

Imagen de TVE del viaje de los Reyes a México

Los discursos de Su Majestad en aquellas tierras apelaban a la necesidad de promulgar derechos y libertades individuales, especialmente en países donde las dictaduras militares en aquellos momentos dirigían sus destinos. En Lima el Rey se refirió a: «… Una España que se ha propuesto, como Perú, asumir toda su diversidad, en una convivencia nacional armónica y democrática». En Argentina ante el general Videla, llegó incluso a interceder por la liberación de presos políticos españoles existentes en ese país. El Rey se había convertido en icono de reconciliación y democracia.

En esta última Nación, el célebre historiador Claudio Sánchez Albornoz, ministro republicano y después Presidente de la IIª República en el exilio, reconoció ante los Monarcas el mérito político de Don Juan Carlos por la instauración en España de una monarquía parlamentaria y democrática.

Sin embargo, el viaje a México fue el más especial. España y México habían roto relaciones desde el fin de la Guerra Civil y el Estado centroamericano había concedido asilo político a gran número de republicanos exiliados, de aquí la relevancia de la visita.

Como referiría el diario ABC, los Reyes fueron recibidos por el Presidente mexicano López Portillo con gran solemnidad, incluidos 42 cañonazos, máximo número que permite el protocolo, mostrando así la notabilidad de los invitados. Por su parte, El País describía la aclamación entusiasta de la multitud que vitoreaba el nombre de Juan Carlos. No en vano era la primera vez en la historia que los reyes de España pisaban tierra mexicana, y con esta visita se sellaban y fortalecían las relaciones entre ambos países, reanudadas en 1977 tras la definitiva disolución del Gobierno Republicano en el exilio cuya sede radicaba en Ciudad de México desde el final de la Guerra Civil. De esta forma emblemática, con tan cálido recibimiento, se cerraba un episodio de confrontación histórica entre estados fraternos. La acogida a los Reyes era todo un signo de cambio, de nuevos tiempos y amistad.

Encuentro de los Reyes con la Viuda de Azaña, Dolores Rivas Cherif
Encuentro de los Reyes con la Viuda de Azaña, Dolores Rivas Cherif

Si acogedora fue la bienvenida, más lo fue la recepción que los Reyes dieron en la Embajada española en México a la viuda de Don Manuel Azaña, Doña Dolores Rivas Cherif, exiliada desde el fallecimiento de su esposo en Francia 38 años antes. El diario El País la describió como máximo exponente de la España exiliada. Dolores, rehusando la propuesta de sus Majestades de ir a su encuentro, pidió ser ella la que se personase en la Embajada, convencida de que debía de ir «a ver a sus Reyes». Al saludar a Don Juan Carlos y Doña Sofía, con gesto afable y grato, les manifestó con emoción que el Monarca había logrado la reconciliación española con la que su marido soñó hasta su muerte.

La noticia del encuentro histórico llegó pronto a España: ABC, El País, La Vanguardia entre otros diarios, recogieron cómo la esposa de Azaña, referente de la España republicana y democrática en el exilio, había declarado que el Rey era «…el interlocutor clave de una reconciliación histórica» y cómo su labor había alcanzado la ansiada unión de nuevo de todos los españoles. La crónica fue también difundida por los medios de comunicación de México, que recogieron con satisfacción las palabras de Dolores Rivas Cherif. Rebosante de sensaciones, conmovida y con palabras entrecortadas, tras el descrito encuentro Dolores dijo: «Emoción profunda, profunda pero enseguida me ahogan la emoción de las palabras… me van a disculpar… Lo están haciendo divinamente, muy bien, acordándose de todos, deseando una unión de todos los españoles que es una de las cosas más maravillosas».

El expresado viaje ha sido considerado por los historiadores como un hito tanto por su significación como por su alcance y éxito irrefutable. Consiguió reforzar los vínculos entre España, Perú y Argentina, pero más todavía, con México. Dio un giro a las relaciones con Hispanoamérica, fomentando, como afirma el doctor Ricardo Zugasti, el sentimiento de hermandad entre los pueblos hispanos de uno y otro lado del océano, y además y lo que es más importante, consolidó algo más profundo: la reconciliación de las dos Españas históricamente alejadas e incluso enfrentadas. Juan Carlos I recibía un espaldarazo a su gestión, la España exiliada loaba sus esfuerzos y sacrificios, además de reconocerlo como Jefe del Estado democrático, y por supuesto legítimo de España. Ello supuso sin duda para el joven Rey un apoyo importante y decisivo para alcanzar su principal objetivo, aquel que ya hizo presente el mismo día de su proclamación como Soberano de España: ser el Rey de todos los españoles.

Máximo CASTAÑO-PENALVA

Licenciado en Derecho y Máster en Historia Social Comparada, cursa el doctorado en Historia Social en la Universidad de Murcia. Sus investigaciones históricas versan sobre la familia durante los siglos XIX y XX desde una perspectiva política, social y jurídica.